jueves, 30 de octubre de 2025

LA ULTIMA NOCHE DE SONIA MARTINEZ

 


La última noche de Sonia Martínez – Cuando la tele se apaga

“Gran reportaje sobre el ascenso y la caída de esta presentadora de programas infantiles y actriz, que terminó metida en las drogas y prostituyéndose.”

Sonia Martínez fue una de esas caras que parecían hechas para la televisión. Energía, sonrisa fácil, naturalidad delante de la cámara. En los años ochenta, presentaba programas infantiles y tenía una carrera en marcha. Todo apuntaba hacia arriba. Pero el brillo, como casi siempre, duró menos de lo esperado.

La última noche de Sonia Martínez reconstruye esa historia con tacto, sin morbo, pero sin esconder nada. Es un documental que combina imágenes de archivo, entrevistas y silencios que dicen mucho más que las palabras. Detrás del personaje alegre de la tele se dibuja una mujer a la que el sistema —y los suyos— fueron dejando sola, poco a poco.

El relato sigue el trayecto completo: la llegada fulgurante, el despido repentino, los titulares injustos, la desaparición de los focos… y la caída. Una caída que fue pública, cruel y, sobre todo, evitable. Lo que más duele al verlo es esa sensación de que todos los que la rodeaban sabían algo, pero nadie quiso intervenir a tiempo.

El documental no la convierte en mártir ni en villana. La trata como lo que fue: una persona atrapada entre la fama, las adicciones y una sociedad que prefería mirar hacia otro lado. Muestra sin dramatismos cómo pasó de los platós a los márgenes, y cómo una generación entera —la nuestra— se olvidó de ella hasta que fue demasiado tarde.

Visualmente, está muy bien armado: ritmo pausado, montaje elegante, tono respetuoso. No busca escandalizar ni blanquear, sino entender. Y eso lo hace grande. Es, como dijiste, “un gran reportaje sobre el ascenso y la caída de esta presentadora de programas infantiles y actriz, que terminó metida en las drogas y prostituyéndose.”

Yo le pongo un 8 sobre 10, porque más allá del impacto de la historia, hay un valor enorme en cómo está contado. Sin efectismos, sin lágrima fácil, con la sobriedad justa para dejarte pensando.

Cuando termina, uno se queda con esa mezcla de tristeza y enfado: tristeza por lo que fue Sonia, enfado por lo que permitió el entorno. No hay redención, pero sí una especie de justicia tardía.

La última noche de Sonia Martínez es una historia que todos deberíamos mirar de frente. Porque detrás de la tele, cuando se apagan los focos, también hay vidas que se rompen.




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