Una olvidada película rodada en su mayoría en Sevilla, que intenta poner en pantalla lo que pudo haber pasado en 1975 en un cortijo en la provincia de Sevilla, en la que varias personas aparecieron muertas, sin descubrirse nunca el motivo o los culpable.
Victor Alcazar no destaca como director, aunque la peli tiene una bonita fotografía del campo andaluz. Tampoco ayuda el extraño guion, con escenas sin sentido, y alargando demasiado el llegar al momento final, para resolverlo en unos pocos minutos.
Pese a todo, el reparto está muy bien, en especial Raúl Fraire, y es curioso ver a Lola Flores como la esposa del capataz, a Pablo Carbonell haciendo de ingles, la belleza de Amparo Muñoz, al humorista Pedro Reyes, y la ultima aparición del juguete roto de los 80 Sonia Martínez, que tuvo aquel final tan triste.
Le pongo más nota de lo que debería porque me ha gustado bastante ver aquella Sevilla de 1986, y ver como cambia el tiempo las ciudades. En especial, esa lancha motora usando una escalerilla al lado de la Torre del Oro, con Carbonell a lo mafioso.
A recuperar.
6/10
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