Una pena que esta película del gran John McTiernan terminará siendo un fracaso en aquel 1993 de su estreno.
Seguramente el cambio final que hicieron en el guión, cambiando a un joven por un niño como protagonista, rebajando la edad para verla pero con ello perdiendo mordiente en las situaciones y los chistes, que viniendo de Shane Black hubiera sido cuanto menos interesante.
Pero pese a todo eso, estamos ante una maravilla del metacine, con un actor que no le importa tomarse a broma a si mismo, o mejor dicho a su personaje cinefilo en el cual todos le situamos. Por desgracía, los criticos la machacaron, incluso antes de su estreno, y creo que nadie entendió (o muchos no querían entenderlo) que era cine parodia si, pero para darle una vuelta a un cine que arraso en los 80, pero que ya en los 90 empezaba a dar signos de agotamiento, y sobre todo, que era divertida y la película como comedia funcionaba totalmente.
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